El cortador de marfil

Los braceros se afanaban en descargar las mercancías de las embarcaciones. El olor del pescado secado al sol, aroma a cerveza de trigo y pan recién horneado se mezclaba con el bullicioso y animado ambiente del puerto. Oro de Nubia, cedro del Líbano, dátiles del gran palmeral, aceite de Tesalónica y un sin fin de productos procedentes de todo el mundo conocido ofrecían al visitante un colorido caleidoscopio de sensaciones y estímulos. En medio del gentío, Semjet, una mujer menuda de zancada larga, segura y pausada, discutía con autoridad con un tipo enorme mientras cargaba una bolsa de esparto. La negociación finalizó cuando la mujer decidió que la conversación había terminado, dejando al viejo capitán asirio con la palabra en la boca. A continuación cruzó la calle y se perdió mientras el gigantón seguía dándole voces. Un grupo de tres hombres procedió a la descarga del bajel varias tinajas de barro, baúles y paquetes.

 

 

 

Semjet entró en una casa de adobe que nadie imaginaría la suntuosidad, elegancia y amplitud que albergaba a juzgar por su aspecto exterior. Sin duda se trataba de la vivienda de alguien relevante, alguien respetado que gozaba de una posición social elevada.

Semjet.- Buenos días señor Hesy-Ra. Los suministros está en el puerto, en una o dos horas los tendremos aquí.

 

 

Hesy-Ra no se inmutó. Estaba muy concentrado en el contenido de una pequeña balanza que trataba de dimensionar con la mayor exactitud. A continuación volcó el precioso material azul en un bol y lo dejó sobre la mesa, listo para ser triturado hasta su más mínima expresión. Se volvió hacia Semjet y le dijo: Perfecto. Pero vamos demasiado justos de tiempo.

Semjet.- Pero si no ha habido retrasos. ¿Qué ocurre?

 

 

Hesy.- Esta mañana he recibido la visita de un eunuco.

Semjet.- ¿Un eunuco, y qué quería?

Hesy.- Tengo el encargo de atender esta tarde a Imhotep. Ya sabes, el arquitecto del faraón. Debe tener una muela picada que le está matando.

Un momento. ¿Estamos en el antiguo Egipto y este personaje es un dentista? Pues sí, así es, o era.

 

 

El primer caso documentado del trabajo de un dentista se remonta al antiguo Egipto. Hesy-Ra fue un cirujano egipcio que vIvió hacia en el año 3.000 antes de Cristo. Entre sus cargos estaba el de “cortador de marfil”, conocido ahora como dentista. Puede resultar increible pero en aquel tiempo y exótico país la medicina era una actividad que, aunque no era accesible a toda la población, estaba muy adelantada y gozaba de

 

 

gran prestigio social. También resulta aparentemente contradictorio que una sociedad tan preocupada por el más allá, concediera tanta importancia a cuestiones prácticas y científicas.

 

 

 

 

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